Obra clásica de Bernard Shaw sobre la florista Eliza Doolitle y la apuesta que el profesor de lingûisitca Higgins realiza con el coronel Pickering para lograr en una cantidad de meses un cambio sustancial en el porte y expresión de Eliza. El fin último, engañar a la clase alta del orígen de Eliza mediante el apredizaje de ètica y dialèctica dictada por Higgings.
La escena es un compendio de diferentes técnicas que realiza Higgins con Eliza, en todas Eliza es burlada y torturada. Obviamente que el nivel de tortura se aliviana y sólamente se nos revela de este modo en los inserts donde Eliza duerme. El fin último de la escena es materializar toda una contancia y regularidad en el tratamiento, así como la dureza y dificultad de Eliza por lograrlo. Al final de la escena Higgins siente que todavía le falta mucho para mejorar a Eliza, a lo que nosotros entendemos, más ejercitación torturante.
Todo este humor no podría tapar el caràcter torturante de la secuencia. Los últimos 30 segundos se materializa en una concatenación de imagenes, el buda riendose, los libros de Eliza que se multiplican, los discos de pasta que graban su voz, el fonografo que lo reproduce, etc. El sentido de la pesadilla es mostrar lo inhumano del tratamiento, a la vez de bizarro, pero principalmente lo deshumanizante del tratamiento. Eliza se convierte en una voz con mala dicción que si o si debe transformarse. Las llamas que se apagan, las piedras que come, etc dan pauta de los objetos inanimados que combaten con Eliza. El único lugar donde ella podría estar en paz es en sus sueños. Pero allí es donde Higgins quiere socavar intensamente, el tratamiento no es para aparentar, sino para dinamitar el interior del paciente y convertirlo o hacerle creer que es otra persona. Un tratamiento pesadillezco donde la pesadilla habita en la realidad y en el sueño con el fin de convertirse en lo real.
Próxima Película - THE SOUND YEARS de Sergei M. Eisenstein.
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